Toda la tecnología que ya tiene cabida en un establecimiento está en Amazon Go. En su piloto de Seattle, el gigante del ecommerce se estrenó offline con un modelo de supermercado revolucionario.
El establecimiento carece de cajas para pagar y está dotado de un entramado tecnológico capaz de identificar los productos adquiridos por los consumidores. El único requisito para comprar en este supermercado es tener cuenta en Amazon y descargarse en el teléfono móvil la aplicación de Amazon Go.
El establecimiento está equipado con cámaras, sensores y sistemas de deep learning (que aprenden por sí mismos a partir del ejemplo).
Todo este entramado tecnológico detecta los productos que coge el consumidor y permite a la tienda cobrar de forma autónoma, cargando el importe a la cuenta de Amazon y enviando el recibo.
Amazon Go, que la compañía quiere extender como una mancha de aceite hasta 2.000 puntos de venta, es el segundo proyecto de Retail que pone en marcha la empresa.
En diciembre de 2015, Amazon volvió a demostrar que el negocio de las librerías tiene aún mucho por recorrer y, años después de romper el mercado con la fórmula del longtale, abrió su primer establecimiento físico también en Seattle. Aquel punto de venta fue la punta de lanza de una nueva expansión a través del canal físico. Más tarde abrieron más tiendas Amazon Books en San Diego, Portland, Chicago y Nueva York y el propósito que entonces se marcó la empresa era de abrir entre 300 y 400 establecimientos.
Lejos del equipamiento tecnológico de los supermercados Amazon Go, las librerías Amazon sólo contaban con un rincón techie destinado a probar artículos de la empresa, como Kindle o Fire TV. En la apertura de su última Amazon Books en Bellevue, el responsable financiero del grupo, Brian Olsavsky, aseguró: “creemos que las librerías, ahora, son una muy buena manera para que los consumidores conecten con nuestros artículos, los vean, los toquen, jueguen con ellos y se conviertan en fans”. “Por tanto, vemos un montón de valor en ello”, añadió.
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